El Consuelo de mi Suegra
Datte: 08/06/2019,
Catégories:
Inceste / Tabou
Mature,
Anal
Auteur: AkuSokuZan, Source: xHamster
... dureza de mi miembro bajo el pantalón.
De pronto soltó el llavero de su mano y dejó colgando la llave invitándome a conducir aquel deportivo negro de gran cilindrada.
− ¿Puedo? - pregunté cómo un niño con zapatos nuevos.
− Claro, ya sabes que lo mío es tuyo. - añadió pegando sus tetas a mi brazo para acariciar mi nuca y el comienzo de mi pelo por detrás de forma cariñosa y fogosa a la vez.
Se puede decir que me quedé temblando no sólo al sentir su roce sino al oírle decir aquellas palabras “lo mío es tuyo”. Me subí al volante de aquel coche y empecé a disfrutar de su potencia, de su frenada, de su agarre… intentando no distraerme demasiado teniendo en cuenta que mi copiloto era una rubia de ojos inmensos, blanca sonrisa, piernas interminables y una delantera de alucinar. Puedo asegurar que conducir así es algo realmente complicado. Ella notaba mis miradas y se removía en el asiento de forma coqueta y sensual, poniéndome aún más nervioso. Yo cada vez disimulaba menos observando a mi nueva amiga, porque así quería considerarla y nada más, pero mi polla seguía pensando otra cosa y estaba en posición de “firmes” una vez más. Ella miraba aquel bulto de vez en cuando y sonreía triunfal.
Visitamos varias empresas especializadas en organizar eventos y fiestas. Al final contratamos no el presupuesto más barato precisamente, sino una empresa que prácticamente lo ponía todo: La comida, las mesas, sillas, orquesta, globos, payasos, lo que hiciera falta. No reparamos en ...
... gastos, como nos había ordenado Ernesto, al fin y al cabo era la fiesta especial para su hija y Mónica extendió un cheque desorbitado para esa fiesta especial para Sofía en su 20 cumpleaños.
Luego pasamos por la joyería donde saludaron a Mónica con confianza, pues debía ser una de sus clientas VIP. Escogimos varios modelos de sortija pero ella concretó una que le gustó desde el principio y no pude negarme pues estaba más atento al cruce de sus muslos que a las piedras que brillaban en aquel anillo. El precio de la joyita en cuestión superaba con creces mi sueldo de todo un año. No puse peros, sabiendo que a ella le había encantado y yo evidentemente no podía discutir ni pagar semejante suma. El hombre que nos atendía tampoco podía quitar su vista del escote y las piernas de Mónica, que sabiéndose observada hacía los movimientos más lentos y premeditados. ¡Era toda una artista!
− No le digas a Sofía que lo elegí yo - me dijo de pronto ella.
− De acuerdo, no te preocupes, diré que fui yo. - añadí sabiendo que a Sofía le iba a encantar el anillo, pero sobre todo ocultándole que lo había elegido su madrastra.
Después recorrimos diversos centros comerciales, en los que yo aproveché para elegir algo de ropa para la fiesta mientras Mónica hacía lo propio en otras boutiques. De camino a casa, mientras yo conducía el precioso deportivo, me pidió curiosear las bolsas para dar el visto bueno a mi vestimenta y se alegró mucho al ver mi traje, mi corbata y mis zapatos, pues ...