1. El Consuelo de mi Suegra


    Datte: 08/06/2019, Catégories: Inceste / Tabou Mature, Anal Auteur: AkuSokuZan, Source: xHamster

    ... piernas y aquella imagen volvió a resultarme más que seductora y atrayente. La mujer del jefe o la madre de mi novia, una impresionante madura pero de belleza colosal, estaba sentada sobre la mesa del despacho a escasos centímetros de mí. Las grandes caderas hacían que la falda de tubo se subiera un poco más, proporcionándome una gran visión de sus muslos y la marca del final de sus medias negras que hacían juego con su sostén ya que tuve la suerte de verlo cuando se pegó a mí. Imaginaba sus braguitas negras también bajo esa vestimenta tan atrayente, pero no podía certificarlo, hasta que de pronto, como si leyera mi pensamiento, hizo un nuevo cruce de piernas, esta vez más lento, a lo “Sharon Stone”, dejándome ver un par de segundos ese prohibitivo triángulo negro de sus bragas. Me siguió observando mientras yo seguía embobado ante su cuerpo y su sensualidad.
    
    - Y dime Víctor ¿cuánto tiempo lleváis Sofía y tú? - me preguntó la rubia con aquella sonrisa y esos ojazos inmensos.
    
    Inevitablemente mis ojos se iban a esos muslos embutidos en medias negras que tenía a escasa distancia. Ella lo sabía y sonreía victoriosa. Sin duda era una mujer muy segura de sus atributos y sus atractivos, por eso estoy convencido de que conseguía los objetivos comerciales más complicados.
    
    - Bueno, poco… un par de meses. - respondí azorado.
    
    - Entiendo. ¿Ya te la has follado?
    
    Abrí los ojos como platos ante su pregunta tan directa y contundente.
    
    - No, no. - respondí ...
    ... tartamudeando.
    
    - Vamos, conmigo no hace falta que disimules. Yo no soy Ernesto. Sé de sobra como es la pequeña, aunque su padre esté ciego.
    
    - Sí, bueno…
    
    - No te preocupes, me lo esperaba de ella.
    
    No cabía ninguna duda de que aquella mujer conocía a su hijastra a la perfección y yo no podía disimular, de hecho no hacía falta que siguiera respondiendo.
    
    - En fin Víctor, me alegro mucho de haberte conocido, voy a ver si cerramos el trato con los italianos. Espero que nos veamos pronto.
    
    - Claro, encantado, Mónica, cuando usted quiera.
    
    - Oye por favor… de usted nada. No soy tan mayor. - protestó con un mohín en su cara.
    
    - Perdón.
    
    Al estar sentada a cierta altura sobre la gran mesa y bajarse de un saltito, tropezó torpemente al contactar sus taconazos en el suelo, aunque creo que no fue del todo inocentemente y apoyándose sobre mis hombros pegó sus tetazas sobre mi cara, durante un tiempo mayor del necesario, que se me hizo bastante más corto de lo que realmente duró y era claro que ella lo alargó más de lo necesario, algo que a mí me supo a gloria bendita. Aquellas prominentes tetas pegadas a mi cara era lo mejor que podría soñar en ese momento y para el resto de mis días.
    
    - ¡Uy, perdona! - dijo con aquella sonrisa y saliendo del despacho con un meneo de caderas que me recordó a Marilyn en “Con faldas y a lo loco”.
    
    Esa mujer sabía cómo poner a un hombre al máximo y no me extraña que Ernesto estuviera embobado con ella, como lo estaba yo en ese momento viéndola salir ...
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